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Cuando tu asesor financiero es el señor «Ruido del Mercado»

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Los libros nos dicen que el ser humano es un animal racional y que tomamos decisiones en base a un análisis de la situación (algunos con más análisis que otros). Sin embargo, cada cierto tiempo, podemos ver cómo el ruido del mercado genera situaciones que nos recuerdan que, quizá, nos parezcamos mucho más de lo que pensamos a un montón de gallinas en un corral.

Es curioso ver cómo la teoría económica clásica, de biblioteca, se desmorona fácilmente en cuanto alguien agita un poco el árbol.

Durante 3 meses, poco a poco, la gente parecía estar olvidando la situación actual, confiando en que todo estaba ya casi solucionado y que estábamos cerca de volver a la normalidad. Hace una semana, mucha gente estaba volviendo a entrar con prisa en los mercados, volvía la típica sensación de estar perdiendo el tren, el clásico discurso de que esto sólo podía subir y que ganar dinero en bolsa era una cosa fácil. El que lleve tiempo en esto ya habrá vivido cientos de momentos similares que nos dejan titulares como este:

«Warren Buffett es un idiota, dice un inversor que proclama que el Daytrading es el juego más sencillo al que ha jugado»

Y ayer, de golpe, parece que todos vemos que el tren en el que vamos se dirige a un precipicio, como si hubiéramos pasado de ir relajadamente en un asiento de clase business de un AVE a ser Marty McFly subido a un tren que se dirige inexorablemente al precipicio del Barranco Clayton en Regreso al Futuro III:

Esto es el resultado de cómo funciona la mente colectiva. Tras casi 3 meses de subidas constantes, ayer, en un momento puntual, parece que todo el mundo se fijara en algo con lo que llevamos conviviendo desde hace ya mucho tiempo. ¿Ha cambiado algo esta semana en las bolsas? ¿Se ha producido un evento que sea una bomba en los mercados? Lo que ahora nos produce tanto miedo lleva mucho tiempo estando ahí con nosotros.

Simplemente parece que todos estuviéramos mirando conscientemente para otro lado, pero alguien no consigue resistir y le presta atención, habla de ello y de golpe se genera un sentimiento viral (como si fuera Freddy Krueger o Voldemort y hablar de ello o pensar en ello lo hiciera instantáneamente más fuerte), la bipolaridad de los mercados vuelve a hacer acto de presencia y hay una estampida donde las acciones nos queman en las manos.

Las bolsas no son sólo racionalidad económica, son también psicología y sociología. Somos un grupo de ingenieros tratando de construir un puente pero estamos internados dentro de un manicomio en el que, de vez en cuando, entramos todos en pánico o euforia y, alguna que otra vez, fluye la medicación para tranquilizar a todo el mundo (en forma de liquidez y estímulos de los bancos centrales).

El gran problema de invertir según nuestras ideas es que somos muy sensibles al ruido. El ruido es cortoplacista y tiene potentes herramientas para conseguir llegar a nosotros. El ruido genera mucho contenido y los periodistas necesitan titulares. Su trabajo no es conseguir que obtengamos mejores rentabilidades porque lo que les da de comer son las ventas de periódicos o el tiempo que estamos enganchados a sus programas:

¿Hay algo más potente que un buen titular catastrofista? ¿Cuántos telediarios abrieron ayer las noticias comentando las caídas de Wall Street? el morbo vende, pero eso no quiere decir que la prensa y el ruido que generan o las emociones que sentimos (y que nos han ayudado a sobrevivir cuando éramos seres primitivos) sean un buen consejero (ya lo vimos aquí: como invertir en el suelo del mercado evitando tus sesgos).

Está claro que invertir en un buen fondo o producto indexado como el MSCI World o el S&P500 y mantenerlo por un laaaargo periodo de tiempo es una buena estrategia, pero nosotros no actuamos así. Ya hemos hablado en varias ocasiones de las pérdidas que sufrimos como inversores derivadas de nuestro propio comportamiento. Estas pérdidas llegan a extremos donde lo mejor que podría haberle pasado a más de uno es el haber perdido la contraseña del broker durante unos cuantos años.

Estamos hechos para actuar, tomar decisiones. Nos pagan por hacer cosas. Quedarse observando no es una opción válida en nuestra mente porque entonces no estaremos haciendo nada y estar sentados calentando la silla y pensando parece siempre una mala opción. Sin embargo, en la bolsa (y muchas veces cuando somos el jefe de la empresa), la mejor de nuestras opciones es justo esa, no hacer nada y pensar (¿Quieres hacerlo mejor que la mayoría? No hagas nada).

A mediados de marzo, la mayoría de la gente estaba muy preocupada por la evolución que tendría la cotización de sus carteras. Muchos amigos y familiares me preguntaron entonces sobre qué debían hacer porque pensaban que había llegado el momento de vender, asustados por la posibilidad de perderlo todo (una vez que el daño además ya estaba hecho). Era el miedo el que mandaba y, como siempre se dice (da igual la filosofía o los principios de inversión que sigas) no hay que operar en base a las emociones. Querer vender por miedo o pánico es la forma perfecta para maximizar nuestras opciones de vender justo en el suelo.

Cuando nos abordan esta clase de sensaciones, la mejor opción que tenemos es, una vez más… acordarse de que no hay que hacer nada! esperar a tranquilizarnos y repasar nuestros planes, recordar por qué empezamos a invertir (¿cuándo es buen momento para empezar a invertir?) y confirmar si nuestra meta sigue siendo la misma.

Lo más curioso es que, en las últimas semanas, prácticamente el mismo grupo de gente ha venido a plantearme una situación muy similar, pero opuesta. Las acciones han subido muy rápido y estaban deseando invertir cantidades muy importantes (en términos relativos a su capacidad de ahorro mensual).

La pregunta que debemos hacernos en este caso es… ¿por qué queremos invertir más ahora? casi todo el mundo dirá que porque el mercado lo está haciendo muy bien últimamente y están perdiendo una oportunidad de oro. Ya sabemos que, en media, somos horrorosos haciendo market timing… por algo es.

Realmente, si lo analizamos con calma, ¿estamos dispuestos a comprar más acciones ahora, que las acciones están más caras, que cuando estaban baratas a 15 de marzo? Es curioso, pero este razonamiento va en contra de la lógica que leemos una y otra vez en los libros «compra barato y vende caro». Todos queremos comprar barato y vender caro, y las señales para conseguirlo realmente son MUY visibles, pero cuando nos fijamos en el ruido y seguimos las cotizaciones de cerca, es cuando se hace imposible distinguir el grano de la paja o nos domina el miedo y no hacemos las cosas de forma racional. El mercado tiene un potencial mucho más dañino para nuestros bolsillos cuando compramos en máximos que cuando lo hacemos después de caídas del 30%.

Conclusiones

A donde quiero llegar, una vez más, es remarcar la importancia de tener un plan a largo plazo, marcarnos una guía, unos principios a seguir que no cambiemos en función de lo que esperemos que vaya a hacer el mercado.

No somos adivinos. Si lo fuéramos, ninguno estaríamos leyendo estas líneas porque no nos haría falta ni nos preocuparía en absoluto lo que hiciera la bolsa. Por ello, en lugar de tratar de adivinar el futuro, creemos una estrategia para invertir de una manera robusta, a prueba de incertidumbres, que nos permita campear cualquier temporal o tener cierto margen de maniobra (con un colchón de seguridad) para poder ajustar nuestros planes de forma racional.

Si lo piensas, todos los sistemas de inversión hacen lo mismo, da igual que seas un swingtrader que uses stops en tus operaciones, un inversor value o un quant… todos reclaman la necesidad de crear un sistema de inversión donde nuestras emociones no intervengan para nada. En el caso de los que somos inversores a largo plazo, seguramente sea más fácil aislarse del ruido de andar midiendo variaciones en el día a día y podamos enfocarnos en las metas a largo, en lo que realmente importa, de una forma más natural que el resto.

¿Por qué tener prisa por comprar cuando todo ha subido? ¿Por qué tener prisa por vender cuando todo ha bajado? puedes repetir este comportamiento una y otra vez hasta quebrar, y decir que la bolsa no está hecha para ti, o darte cuenta de que, lo mejor, es sentarte, relajarte y seguir tu plan.

Si el S&P500 decide caer otro -7% cualquier día de la próxima semana, yo me alegraré, porque podré comprar muchas más acciones en mis compras mensuales. Si sube, seguiré contento, porque querrá decir que los negocios recuperan su funcionamiento y mejorarán los resultados.

Hasta pronto!

En ningún caso mis opiniones y comentarios son recomendaciones de inversión. Si buscas recomendaciones de inversión, consulta a tu asesor financiero.

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