Cuando las malas decisiones generan buenos resultados

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Seguro que muchas veces habéis oído eso de que, lo peor que le puede pasar a alguien que pisa por primera vez un casino es, irónicamente, salir con una gran cantidad de pasta bajo el bolsillo.

Posiblemente no haya nada más lucrativo para los casinos que un cliente que gana dinero rápida y fácilmente en su primera visita. ¿El motivo? que la mayoría, tarde o temprano, volverá a jugar a la ruleta o tirar los dados y la estadística hará que el casino lo recupere todo y algo más…

Cuando vamos al casino y salimos con más dinero del que teníamos cuando entramos, nos parece haber tomado una buena decisión jugando (o muy mala si lo hemos perdido todo). ¿Tiene algo de sentido?

Por decirlo de otra forma, si alguien fuera al casino y se jugara todo su patrimonio al rojo o al negro, ¿cambiaría en algo nuestra opinión de esa decisión si, al salir, tuviera el doble de dinero o no tuviera nada?

No, habría sido una mala decisión financiera aunque ganara. Nos estamos jugando todo nuestro patrimonio a un único evento (que si sale mal, no podemos recuperarnos porque estaremos quebrados) y encima las probabilidades están en nuestra contra. ¿El resultado convierte el error en una buena decisión? La respuesta es un rotundo NO.

Sin embargo, vemos que malas decisiones financieras pueden generar espectaculares rendimientos.

Uno de los grandes problemas que vivimos como inversores es que las decisiones que tomamos y los resultados que obtenemos no están relacionados 1 a 1. Buenas decisiones pueden no generar los resultados óptimos y malas decisiones pueden generar resultados extraordinarios (especialmente en el corto plazo) únicamente por efecto de la probabilidad. Rentabilidad y riesgo son las dos caras de una misma moneda.

Cuando a raíz de cualquier tipo de decisión obtenemos un buen resultado, solemos decir que es nuestro buen criterio y lo bien que sabemos hacer las cosas. Por el otro lado, cuando algo sale mal, lo más fácil es buscar factores externos que nos descarguen de esa culpa (como por ejemplo la mala suerte, suerte de la que no nos acordamos cuando sale bien).

Lo complicado es reconocer cuándo se está obteniendo un buen resultado en base a una mala decisión.

Si sistemáticamente repetimos una mala decisión, es cuestión de tiempo que tarde o temprano acaben llegando los malos resultados, al igual que el primerizo que sale ganador del casino volverá una y otra vez hasta perderlo todo.

El problema es, cuando desde fuera, vemos una y otra vez cómo se obtienen buenos resultados sin atender a si lo que está generando esos resultados es una buena o mala decisión financiera. Si hay algo peligroso en el mundo de la inversión, es ver cómo un amigo se hace rico y tu no. Sólo así se explica que cerca de 120.000 personas hayan sido víctimas de una estafa piramidal tan clara como la de Arbistar, con un agujero de unos 1.000 millones de euros.

Una regla básica: Si algo paga un interés mucho más elevado que el resto del mercado, podéis estar seguros de que el riesgo que estáis asumiendo invirtiendo en ese producto es mucho más elevado de lo que parece. No hay rentabilidad sin riesgo (pero sí riesgo sin rentabilidad).

Del mismo modo, desconfía de todos aquellos vendehumos que te aseguran rentabilidades espectaculares si sigues sus consejos de cómo van a ir las bolsas. Cuanto más tiempo lleves invirtiendo, más claro vas a tener que no existen los expertos en predecir los mercados. Únicamente hay:

  1. Expertos en gestión de riesgos.
  2. Expertos en gestión de emociones y comportamientos.

Y los primeros rara vez tienen las herramientas adecuadas…

Tu vida, la inversión y los universos paralelos

Imagina que, después de cada elección que hiciste en tu vida, pudieras ver exactamente lo que hubiera sucedido y cómo habría sido todo con cada una de las alternativas que tenías y no tomaste.

Imagina poder ver en cada instante cómo estaría siendo tu vida si en lugar de cursar aquella optativa en el instituto hubieras hecho aquella otra, o lo infinitamente mejor que te va en ese mundo paralelo en el que aplicaste a aquella oferta de trabajo que ni te enteraste de que existía porque sólo te leíste la portada del periódico de aquella mañana en lugar de pasar las páginas. ¿No sería una tortura psicológica saber cuáles eran las las decisiones correctas en cada momento pasado de nuestras vidas?

Pues bien, invertir es una de las pocas actividades en la vida en la que todos los participantes nos podemos torturar con ese conocimiento. No hay nada que nos asegure que, a pesar de tomar las decisiones correctas, conseguiremos con total seguridad unos objetivos concretos. Sin embargo, vamos a poder comprobar sin duda alguna cuáles eran las apuestas ganadoras en cada momento de nuestra vida.

Para ponerlo un poco más en perspectiva, imagina la cara que debe tener este tío a día de hoy:

Si lo analizamos un poco, es muy posible que vender, al menos una buena parte de esa posición, fuera una buena idea. Por ejemplo, porque tuviera un peso excesivo en su cartera y estuviera muy expuesto a que Amazon no acabara siendo lo que hoy conocemos.

Si crees que era obvio que Amazon se iba a convertir en lo que es hoy y que cualquiera lo podría haber visto, seguramente estés siendo víctima del sesgo de retrospección y de la falacia narrativa, ya que, al saber el resultado, tu mente está obviando todo lo que podía haber salido mal en el camino y está simplificando todos los sucesos aleatorios que han llevado a Amazon a ser lo que es ahora.

Hay casos todavía más dolorosos:

Al invertir, no podemos controlar los resultados y eso, aterra.

Lo bueno es que invirtiendo no vamos completamente a ciegas. A diferencia del casino, en la inversión parece que la estadística sí que está de nuestra parte y hay una creación de valor a largo plazo.

Sabemos identificar una gran cantidad de decisiones que nos pueden llevar a alejarnos totalmente de los resultados que queremos (las malas decisiones) y otras que, con alta probabilidad, nos acercarán a nuestras metas dentro de unos márgenes razonables de error.

Independientemente de los resultados que estés obteniendo a corto o medio plazo, o de lo bien que le esté yendo a tu vecino invirtiendo en eso que no entiendes, céntrate en hacer bien las cosas. Invierte de forma diversificada y sistemática, utiliza productos indexados que nos alejen del riesgo de quiebra como invertir en el MSCI World o el Vanguard Global Stock o, en general, todas esas pequeñas estrategias que sabemos que son buenas decisiones de inversión.

Hasta pronto!

En ningún caso mis opiniones y comentarios son recomendaciones de inversión. Si buscas recomendaciones de inversión, consulta a tu asesor financiero.

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